Su fabricación, en el departamento de Putumayo y su traslado, primero a Nariño y después a Bucaramanga, estuvieron enmarcados en un protocolo estricto, respetado por los indígenas. Después de las ceremonias y rituales en el sur de Colombia, el bastón fue entregado por los líderes de la comunidad a un “emisario”, con la misión de protegerlo y no dejarlo tocar por otras personas, hasta la entrega a su destinatario final, en este caso, el director de la CDMB.
La entrega fue precedida de un acto protocolario en la oficina de Anaya Méndez, en donde los representantes de los pueblos indígenas, utilizando la lengua Inga, le pidieron al representante de la autoridad ambiental ayudarlos a conservar los ecosistemas. “Hay que hacer una unión de esfuerzos en la cual sintamos la tierra, la naturaleza, el agua, porque es un deber de nosotros preservarla, conservarla y sobre todo, respetarla” dijeron los voceros indígenas.
Por su parte el director de la autoridad ambiental les respondió que tenía gran aprecio por las comunidades indígenas, porque había tenido la experiencia de trabajar con los UWA, en el “sector limítrofe de Santander, con Norte de Santander, Boyacá y Arauca. Entre las líneas de acción, vamos a desarrollar algunos proyectos productivos con la Secretaría de Agricultura, por ejemplo, el tema del cacao. Tenemos la mejor disponibilidad para realizar los convenios que les permitan a ustedes moverse dentro de una economía de escala”.
Desde ayer, el Bastón de Mando reposa en un lugar especial en la oficina de Dirección de la CDMB.