Partiendo del casco urbano de esta población, hasta allí se llega en cuatro horas, utilizando campero, caballo y un buen trecho a pie por unas empinadas y resbaladizas paredes de roca.
Como ningún otro labriego santandereano y con toda certeza, como ningún otro mortal, él se conoce palmo a palmo los senderos que conducen desde el predio La Ciénaga, propiedad de la CDMB, hasta las seis hermosas lagunas ubicadas en la parte alta del páramo y que se constituyen en sus tesoros, los cuales cuida como si fueran parte de sus pertenencias.
Él y su esposa, son los únicos seres humanos que se encuentran a decenas de kilómetros a la redonda, en medio de un clima congelante de cero grados centígrados y de un terreno escarpado de caminos que desaparecen en medio de pajonales y turberas, típicas de esta zona de páramo.
Recuerda que, hace 11 años vive en medio de este paisaje natural, único en Santander y de los pocos que aún quedan en Colombia. La CDMB adquirió el predio La Ciénaga para la conservación, a perpetuidad, de las lagunas La Barrosa, El Plan, Las Cruces, La Negrita, La Verde y La Pintada (considerada la joya de la corona), y de las especies de fauna y flora, como frailejones, orquídeas, cóndores y osos de anteojos, que conviven a su alrededor. Sin duda alguna, aquí brota el agua que consumimos los habitantes del área metropolitana y que gracias a sus cuidados, está asegurada. Esa es la verdadera fábrica de agua que durante milenios ha generado vida.
“Cuando llegué eran más pocos los frailejones y la vegetación de páramo, por la acción del ganado. Ahora se ha visto el incremento del caudal y la reproducción del agua”, compara Benjamín la evolución positiva que han tenido estos predios dedicados a la preservación de los recursos naturales.
Para alcanzar este objetivo, Benjamín tiene que vigilar diariamente que los semovientes no ingresen a la finca de casi 600 hectáreas, porque pueden dañar los frailejones. Además, está atento a que excursionistas, investigadores y caminantes casuales, no alteren el ecosistema, arrojando desechos o contaminando las aguas.
Él reconoce que no es una tarea fácil, pero sí la considera muy gratificante, al observar cómo la naturaleza reacciona favorablemente a sus cuidados. “Es necesario conservarla y conocer las lagunas, aunque quedan muy retiradas”, asegura.
Quizás uno de los episodios que más recuerda con satisfacción, en su larga y solitaria estancia en el páramo, es la ocurrencia de una nevada que pintó de blanco el complejo lagunar. “Solamente una vez vi nevar sobre este lugar, pero los abuelos cuentan que en un morro cercano, caía nieve parejo, por eso lo llamaban Morronevado”.
La vida de Benjamín transcurre entre cóndores, cascadas, lagunas, neblina y largas caminatas. Dice que muchas veces lo decepciona apreciar que algunos visitantes “no son personas educadas para cuidar el medio ambiente, porque dañan las plantas, lo que dista mucho de ser ecoturismo”.
Benjamín se convirtió en un ecologista de hecho, quien asegura que “hay mucha gente que habla del páramo, pero que no lo conoce”, por eso, hoy más que nunca, invita a “que todos seamos conscientes de su importancia, y ayudemos a cuidarlo”.
La CDMB está comprometida con la protección de los complejos lagunares del páramo de Santurbán. El director Ludwing Arley Anaya Méndez, lidera el proceso de declaratoria del Parque Regional Natural. La Corporación presentó la propuesta, que actualmente es estudiada por el Instituto Alexánder Von Humboldt.
Muy pronto, Benjamín será vigía del Parque Regional Natural Santurbán.
Martes, 23 Octubre 2012 17:23
Benjamín Rodríguez, el vigía de las lagunas de Santurbán
Octubre 24 de 2012
Benjamín Rodríguez, un campesino ‘cacheticolorao’ por la acción inclemente del frío, de unos 55 años de edad, de 1,70 metros de altura, 70 kilos de peso y una afabilidad propia del santandereano, es el vigía del complejo lagunar El Tutal, ubicado en zona rural del municipio de Vetas, a 3.900 metros de altura sobre el nivel del mar.
Benjamín Rodríguez, un campesino ‘cacheticolorao’ por la acción inclemente del frío, de unos 55 años de edad, de 1,70 metros de altura, 70 kilos de peso y una afabilidad propia del santandereano, es el vigía del complejo lagunar El Tutal, ubicado en zona rural del municipio de Vetas, a 3.900 metros de altura sobre el nivel del mar.