Así lo explicó el coordinador del Centro de Atención de Fauna de esta autoridad ambiental, Vladimir Quintero, quien indicó que los pichones de estas aves suelen caerse de los nidos cuando intentan alzar el vuelo por sí solos, hecho de común ocurrencia en los parques del área metropolitana.
La gente suele recogerlos y entregarlos a la CDMB o a la Policía Ambiental. En la finca La Esperanza, la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga los alimenta con carne cruda y los ejercita para que aprendan a volar y así liberarlos en el bosque de este mismo predio.
El experto consideró que puede evitarse el traslado de los polluelos de los búhos a este Centro de Atención de Fauna cogiéndolos con “una rama y poniéndolos cerca de una rama del árbol para que sus padres bajen y lo regresen al nido, es un instinto que lo hemos visto en estas especies que son muy parentales”.
Los búhos “currucutú” deben su nombre a una onomatopeya de su canto que es uno de los sonidos nocturnos más típicos de Colombia, tanto en bosques nativos como en parques de pueblos y ciudades. Debido a que en algunas regiones es considerado por la cultura popular como mal presagio, suele ser perseguido en esos pueblos.
Sin embargo, es una especie clave en el control biológico de roedores, su comida predilecta. Su distribución abarca casi todo el país, salvo la región Pacífica.
Martes, 07 Mayo 2013 17:35